EL ÁRBOL DE LA VIDA
Génesis 2:9
"Yavé hizo germinar del suelo toda clase de árboles agradables a la vista y apetitosos para comer, el árbol de la vida, en medio del jardín, y el árbol de la ciencia del bien y del mal".
Génesis 2:16-17:
"El Señor Dios/Yavé/Jehová dio al hombre este mandamiento: 'Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día en que comas, ciertamente morirás.'."
En este pasaje DYJ (Dios, Yavé, Jehová) manda al hombre que no coma del árbol de la ciencia del bien y del mal, y le permite comer del resto, entre los cuales está el árbol de la vida, en medio del jardín (Gén 2:9). Lógicamente el fruto del árbol de la vida no causa la muerte. DYJ le dice al hombre que morirá el día en que coma del árbol de la ciencia del bien y del mal, de modo que éste es el árbol de la muerte.
En la fábula del Edén, "la muerte" del hombre, ocurrida tras comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (el árbol de la muerte), se representa en 3:7 como la vergüenza y miedo que sienten la mujer y el hombre al darse cuenta de estar desnudos. Entonces DJY maldice a su propia creación: a la serpiente (creado por el propio DJY como el más astuto de todos los animales del campo, Gén 3:1), a la mujer y al hombre, les da unas túnicas de piel y los viste, y luego (en Gén 3:22) expresa su temor de que el hombre pueda tomar del árbol de la vida y coma de él y viva para siempre. Por eso guarda el camino del árbol de la vida con los querubines y la llama de espada flameante después de expulsar al hombre (Gén 3:23).
(El autor o autora de la fábula no menciona que el fruto sea una manzana -o que el árbol sea un manzano- sino que es el fruto es la ciencia del BIEN y del MAL, conceptos MORALES, de modo que podemos interpretarlo alegóricamente como un MORAL, y su fruto tiene un veneno que lleva a la muerte, es decir, a la división de los polos del "in"divi-duo en la dualidad del divi-duo que percibe la realidad a través del filtro moral "bueno y malo" y así a sus propios polos insociables, y a sí mismo separado de los demás aunque buscando alianzas en la sociedad y encontrando también en ella conflicto, reflejo del propio).
Dado que DJY no había prohibido al hombre comer del árbol de la vida, si el hombre hubiera decidido comer del árbol de la vida antes de ser expulsado habría recobrado la vida, pero el miedo (la muerte) adquirido tras comer del fruto y de su veneno (y "morir") es lo que le hace olvidar (inconsciencia de Ser) la existencia del árbol de la vida (de Ser) y de que no es el árbol prohibido, aunque DJY toma precauciones colocando a un querubín guardando el camino del árbol de la vida. Este "querubín" es interpretable como el Can Cerbero guardián de las puertas o el Orco (orcullo, orgullo) de la mitología romana, el Anticristo de la teología cristiana.
(El concepto "querubín" del lenguaje cristiano procede del término Kerub -término asirio, acadio y babilónico- que significa "genio alado" con cuerpo de toro y cabeza humana que hace la función de guardián de las puertas protegiéndola de los malos espíritus (apotropaico), como el de las puertas del templo de Ishtar de Babilonia conservadas en el Museo de Pérgamo de Berlín. La cultura persa también incorpora "Kerubes", como en las ruinas de Persépolis en Irán. El concepto pasa al mito hebreo de la creación (biblia hebrea, Gén 3:24) por la influencia de la cultura persa durante el cautiverio de los hebreos en Babilonia. Luego fue asimilado por la teología cristiana para designar a la segunda categoría de ángeles después de los serafines e incorporado como "querubín" en la versión latina de la biblia hebrea (Gén 3:24: "Expulsó al hombre y puso delante del jardín de Edén los querubines..."). Más tarde derivó a ser representado como el típico angelito alado, que en su versión romántica fue el típico cupido con arco y flechas, llamado Putti (=muchachos), aunque llamado "angelote" por el cristianismo. Así, una basta figura con cuerpo de toro, cabeza humana y con alas -una bestia- llamada Kerub" terminó siendo representada por la imaginería cristiana como un "hermoso ser" -una bella-, pues se emplea el término "querubín" para denominar a un niño de gran hermosura. El colmo es que a ese niño sus padres le pongan por nombre Serafín).
martes, 27 de diciembre de 2011
miércoles, 14 de diciembre de 2011
sábado, 7 de mayo de 2011
Lavarse las manos antes de comer. costumbre de los fariseos
Más allá de cuestiones morales e inmorales, legales o ilegales, lavarse las manos antes de comer (o en cualquier momento), es un impulso natural propio del aseo, como puede hacer cualquier animal salvaje.
Ya dentro de la esfera limitada de la legalidad y de la escrupulosidad religiosa, lavarse las manos antes de comer es una costumbre de los fariseos, costumbre heredada por la cultura cristiana católica. Cuenta Mateo (capítulo 15) que unos fariseos y maestros de la ley le preguntaron a Jesús por qué sus discípulos no se lavaban las manos para comer pues no haciéndolo quebrantaban las tradiciones de los ancianos. Jesús les responde que ellos mismos (los fariseos y maestros de la ley), por cumplir sus tradiciones quebrantaban el mandato de Dios, de modo que Jesús debía querer decir que "su Padre" (al que se refereía como "Dios" al hablar con los fariseos) no mandaba lavarse las manos antes de comer, o no prohibía no lavárselas antes de comer. Y les dice que lo que contamina al hombre no es lo que entra desde fuera sino lo que sale del corazón, como "impuros" pensamientos (reproducidos con palabras), pues lo que viene de fuera no se mete en el corazón ni se queda en él, sino que se mete por la boca, llega al vientre y vuelve a salir por el ano ("orificio evacuador de los excrementos de la comida"). Marcos cuenta (6, 3:4) que los fariseos y todos los judíos seguían la tradición de sus mayores y acostumbraban a lavarse cuidadosamente las manos antes de comer, pues temían que la "impureza" que tuvieran las manos manchara su supuesta "pureza" interior, o tenían otras costumbres como lavar copas (o vasos) y platos. En el rito de la misa católica los sacerdotes lavan vaso y plato (copa y pátena) después de la eucaristía, y con la suficiente meticulosidad y cuidado que de ahí haya salido la expresión "dejar como una pátena". El propio Jesús (en Mateo 23,25) se lo dice a los maestros y fariseos llamándoles hipócritas: "Ay de vosotros...que limpiás por fuera el vaso y el plato pero por dentro están [estáis] llenos de rapiña y de maldad".
Una interpretación de esas ideas de Jesús es que van destinadas a las personas (jefes religiosos o no) que sienten una impureza en el interior y tal sentimiento lo reflejan en el acto de lavar (des-infectar o "purificar") las manos antes de comer, lo cual no libera de lo que crean que "mancha" su sentimiento, ni tampoco evita que la comida (o los cubiertos) pueda estar en "malas" condiciones aunque se hayan lavado las manos. Por otro lado, modernamente se cree que "tener limpias" las manos depende de aplicarse un des-infectante como es el jabón, por considerar que el agua por sí sola no des-infecta.
Más allá de juicios y prejuicios morales e inmorales, legales o ilegales, lavarse las manos antes de comer (o en cualquier momento) es un impulso natural que forma parte del aseo, como puede hacer cualquier animal salvaje.
La única "impureza" es la que uno mismo piensa y cree real, y sin que el hecho de "pensar" sea impuro... ni puro.
La única "impureza" es la que uno mismo piensa y cree real, y sin que el hecho de "pensar" sea impuro... ni puro.
Yavé/Dios/Jehová y Jesús: dos opiniones diferentes
YAVÉ/JEHOVÁ Y JESÚS: DOS OPINIONES DIFERENTES
Según la persona autora del libro del Génesis, en el capítulo 12 versículo 3, cuando Yavé/Jehová/Dios entra por primera vez en contacto con Abrán/Abrahán, le dice:
"Yo bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan".
Unos 3000 años después, el evangelista Lucas (en 6,28) escribiría que Jesús decía:
"Bendecid a los que os maldicen".
O Mateo (en 5,43) contaría que Jesús decía:
"Sabéis que se dijo: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos".
Igualmente Yavé establece la ley del Talión (Éxodo 20,23 o Deut 19,21) del ojo por ojo y diente por diente, y Jesús (en Mateo 5,38) hace referencia al precepto de Yavé de la siguiente forma:
"Habéis oído que se dijo: ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo que no os resistáis al malo. Al contrario, al que te abofetee en la mejilla derecha preséntale también la otra".
Según la persona autora del libro del Génesis, en el capítulo 12 versículo 3, cuando Yavé/Jehová/Dios entra por primera vez en contacto con Abrán/Abrahán, le dice:
"Yo bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan".
Unos 3000 años después, el evangelista Lucas (en 6,28) escribiría que Jesús decía:
"Bendecid a los que os maldicen".
O Mateo (en 5,43) contaría que Jesús decía:
"Sabéis que se dijo: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos".
Igualmente Yavé establece la ley del Talión (Éxodo 20,23 o Deut 19,21) del ojo por ojo y diente por diente, y Jesús (en Mateo 5,38) hace referencia al precepto de Yavé de la siguiente forma:
"Habéis oído que se dijo: ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo que no os resistáis al malo. Al contrario, al que te abofetee en la mejilla derecha preséntale también la otra".
martes, 3 de mayo de 2011
CAIFÁS y su idea de que "Cristo murió por el pueblo"
Caifás era el sumo sacerdote durante el tiempo que Jesús anduvo por Jerusalén. Caifás era saduceo, y los saduceos eran descendientes de Sadoc, descendiente de Leví, uno de los 12 hijos de Jacob/Israel, y la de Leví era la tribu de sacerdotes dedicados al culto de Yavé/Jehová. Los saduceos no creían en la resurrección de los muertos, y por eso reaccionaron contra Jesús cuando Jesús resucitó a Lázaro. El evangelista Juan cuenta que Jesús sabía todo lo que iba a sucederle (10:14) así como también Mateo (26:56) y Marcos (14:49). De hecho el propio Juan recurre varias veces a la fórmula de "Para que se cumpliera la escritura" (en 18:32, 19:24, 19:28 y 19:36). Según Lucas, las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea y vieron el sepulcro donde lo sepultaron, se encontraron con dos varones con vestidos deslumbrantes que les dijeron: "Recordad lo que os dijo estando aún en Galilea, que el hijo del hombre debía ser entregado en manos de los pecadores, ser crucificado y resucitar al tercer día" (Lc 24). También, después de la resurrección, Jesús se encuentra en el camino a Emaús (a 13 kms de Jerusalén) con dos discípulos entristecidos por la muerte de Jesús y a los que, sin saber ellos quién era él, les dice "¿no era necesario que Cristo sufriera todo eso para entrar en su gloria?" (Lc 24:26). Al volver a Jerusalén se aparece a sus discípulos y les dice que era necesario que se cumpliera todo lo que estaba escrito acerca de él, que tenía que sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día (24:44-46). Lo que para Jesús fue necesario, para sus "seguidores" fue indeseable y dramático. Caifás sólo fue uno de los personajes de la cadena de acontecimientos que hizo que Jesús cumpliera su destino.
Cuando los sumos sacerdotes se enteraron de que Jesús había resucitado a Lázaro (capítulo 11) se reunieron en consejo (11:47). Los sacerdotes argumentaron que si dejaban actuar a Jesús la gente creería en él, llegarían los romanos y destruirían su templo y su nación (11:48). Caifás, basándose en esa suposición (excusa), decidió que les convenía que muriese un sólo hombre por el pueblo antes que pereciese la nación (11:50). Por el pueblo... para que el pueblo (judío) no se quedase sin nación. Así, Caifás profetizó que Jesús debía morir en lugar de la nación, y no sólo por la nación, sino para reunir a los hijos de Dios (11:52, 18:14). Esta idea de Caifás de que Jesús murió por el pueblo se mantendría entre el pueblo durante 2000 años en el futuro: la idea cristiana de que "Cristo murió por nosotros" (por el pueblo cristiano) aunque la intención de Caifás fue que muriera "por" el pueblo judío, la nación y el templo. Según Mateo (26:66), los sacerdotes lo declaran reo de muerte, y según Juan (11:53) desde aquel momento decidieron matarlo. Jesús sabía todo lo que iba a sucederle (10:14). Y como los sacerdotes no tenían poder político para ejecutar sentencias, necesitaban la intervención del gobernador. Los sacerdotes y los judíos enviaron a Jesús al palacio del gobernador. Éste les dice que lo juzguen con sus propias leyes, pero los judíos le responden que su ley no les permite condenar a muerte a nadie (18:31), aunque los sumos sacerdotes le habían sentenciado ya como reo de muerte (Mateo 26:66, Juan 11:53). Un discípulo de Jesús entra con él en el palacio del gobernador mientras Pedro se queda fuera con la portera (una criada, según Lucas). Ese discípulo era conocido del sumo sacerdote, y quizá fuera el testigo de la conversación entre el gobernador (Pilato) y Jesús. El gobernador le pregunta si es él es el rey de los judíos (18:33) pues su pueblo y los sumos sacerdotes le ha entregado a él, pero Jesús le responde que su reino no es de este mundo y que si fuera de este mundo sus súbditos lucharían para que no fuera entregado a los judíos, y le dice que él es rey. Antes, la portera le preguntaba a Pedro si él conocía a Jesús, y Pedro declaraba su primera negación, luego la segunda y luego la tercera. Según Lucas (capítulo 23), Pilato se aseguró de que Jesús era galileo y por ello era el asunto era de la jurisdicción de Herodes, de modo que lo envió a Herodes con quien estaban los sumos sacerdotes y maestros de la ley que acusaban duramente a Jesús, y a su vez Herodes se lo devolvió a Pilato. Éste convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo (Lucas 23:13). Pilato también hace tres declaraciones a los sacerdotes de que no ve culpa alguna en Jesús (Juan 18:38, 19:4, 19:6). Los sumos sacerdotes gritaron que lo crucificase (19:6). Según Mateo (27:19-20) la mujer de Pilato le dijo que no resolviera nada contra ese justo porque ella había sufrido en sueños por causa de él, y los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran la muerte de Jesús. Pilato aún buscaba la manera de dejarlo en libertad (Lucas 23:20, Juan 19:12) y los judíos le presionaron diciéndole que se haría enemigo del césar si dejaba a Jesús en libertad pues todo el que se hacía rey estaba en contra del césar.
El humano, la persona, Pilato, se ve en el dilema de elegir entre su deseo humano -liberar a Jesús- o cumplir con su deber como profesional, político, hacer lo pública y políticamente (y religiosamente) correcto: no enemistarse con su jefe, el césar, ni con la autoridad religiosa. Los judíos también piden que lo crucifique (19:15) y los sacerdotes le dicen que no tienen más rey que el césar (19:15), no el Mesías, pues de hecho no creían que Jesús lo fuera, o sí pero no les interesaba aceptarlo por no abandonar su poder. Mateo (27:24) es el que cuenta que Pilato, al ver que no podía conseguir nada sino que aumentaba el alboroto, se lavó las manos declarando ser inocente de la sangre de Jesús. Un gesto de sinceridad, pues quien deseaba la muerte de Jesús eran los sacerdotes y los judíos. Y el pueblo (el judío, no el cristiano, pues éste aún no existía) sí se hizo responsable diciendo: "Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos" (Mateo 27:25). Por fin, el gobernador entrega a Jesús a los sacerdotes y a los judíos, de modo que los sumos sacerdotes lograron su deseo: que los judíos siguieran siendo su pueblo y su sustento engañados con la excusa de que Jesús había "dado su vida"(muerto) por la vida de ellos (pueblo) y de su nación, por haberla "salvado" de una destrucción por parte de los romanos (Juan 11:48). Según Lucas, después de la resurrección, Jesús se encuentra en el camino a Emaús con dos discípulos a los que, sin saber ellos quién era él, les dice "¿no era necesario que Cristo sufriera todo eso para entrar en su gloria?" (Lc 24:26). Muerte y resurrección que Jesús decía que sabía que le iba a ocurrir, de modo que en la perspectiva de Jesús no ocurrió nada "incorrecto" dentro de lo él "sabía" de su destino. Y en la perspectiva de los sumos sacerdotes, estos también lograron su objetivo y deseo: quitarse de enmedio a Jesús. En cuanto a los judíos, no encontraron lo que esperaban, pues ellos esperaban al Mesías, aunque en esto intevinieron también los sumos sacerdotes (tal como cuenta Mateo en 28:11-15) al sobornar a los guardias del sepulcro diciéndoles que hicieran correr el rumor de que Jesús no había resucitado sino que los discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras ellos dormían. Pero de haberse dormido no podían haber visto a los discípulos.
Jesús murió por decisión de los sacerdotes, no por amor a ningún pueblo (ni el entonces "pueblo judío" ni el futuro "pueblo cristiano" que aún no existía) ni por "salvarle". Según Mateo 26:4 y Lucas 22:2, la razón de los sacerdotes fue que necesitaban quitárselo de enmedio. Ellos y Caifás y los judíos (en fin, todos los personajes) eran las partes necesarias en la cadena de acontecimientos que hizo que Jesús cumpliera su destino.
Según Lucas, después de la resurrección, Jesús se encuentra en el camino a Emaús (a 13 kms de Jerusalén) con dos discípulos entristecidos por la muerte de Jesucristo y a los que, sin saber ellos quién era él, les dice "¿no era necesario que Cristo sufriera todo eso para entrar en su gloria?" (Lc 24:26). Al volver a Jerusalén se aparece a sus discípulos y les dice que era necesario que se cumpliera todo lo que estaba escrito acerca de él, que tenía que sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día (24:44-46). Esto sugiere la idea de que un guión ya estaba escrito y lo que Jesús estaba viviendo era una película ya rodada y en la que él volvía a intervenir y de la cual sólo él sabía, y sabía qué iba a suceder, así que sabría que no podía evitar que "el guión" se cumpliese: la demostración del temor del poder religioso ante una persona que dice y hace ignorando cualquier "autoridad" religiosa y conversando con los sacerdotes y fariseos cara a cara y sin tapujos (incluso con palabras que les ofenden) y describiéndolos por costumbres y detalles conservadas hasta la modernidad, como cuenta Mateo en el capítulo 23 o Lucas en el 11:37-54. No era Jesús el verdadero peligro para la estabilidad del poder sino lo que decía y hacía (palabras y actos, llamados "milagros") y Jesús lo sabía y sabía que no podía evitar tampoco las consecuencias futuras (los 2000 siguiente años) desde la intervención de los sumos sacerdotes tratando de conservar y perpetuar su poder. Y en cuanto a los "milagros", Juan dice que Jesús no se fiaba de los que decían que creían en él por ver dichos milagros (Juan 2:23-24). La muerte de Jesús no fue por amor de Jesús al pueblo (ni el entonces "pueblo judío" ni el futuro "pueblo cristiano" que aún no existía) ni por "salvarle" sino porque los sacerdotes necesitaban quitárselo de enmedio (Mateo 26:4, Lucas 22:2) y la excusa necesaria e imaginaria fue que si Jesús seguía actuando los romanos podían llegar y destruir el templo y la nación. Así que la idea de que "Jesús muriera para salvar al pueblo" fue del sumo sacerdote Caifás, el personaje que decidió que les convenía que muriera un hombre por el pueblo antes que el Pueblo de Yavé (la nación judía) al que, permaneciendo "vivo", le esperaba el destino que tendría durante 2000 años más en los que surgió otro "Pueblo de Yavé": los cristianos/católicos, el siguiente "Pueblo de Dios" que adoptaría a Jesús como héroe y mártir (Dios) considerando a los judíos (no a los sacerdotes) responsables de su muerte aunque no "provocadores" necesarios de su muerte, pues para resucitar es necesario morir. Lo que para Jesús era necesario, para sus "seguidores" era indeseable y dramático por no comprenderlo al no tener la suficiente percepción de la realidad. Sacerdotes, Caifás, judíos... personajes necesarios en la cadena de acontecimientos que hicieron que se cumpliera lo que estaba escrito de Jesús, según las Escrituras.
Cuando los sumos sacerdotes se enteraron de que Jesús había resucitado a Lázaro (capítulo 11) se reunieron en consejo (11:47). Los sacerdotes argumentaron que si dejaban actuar a Jesús la gente creería en él, llegarían los romanos y destruirían su templo y su nación (11:48). Caifás, basándose en esa suposición (excusa), decidió que les convenía que muriese un sólo hombre por el pueblo antes que pereciese la nación (11:50). Por el pueblo... para que el pueblo (judío) no se quedase sin nación. Así, Caifás profetizó que Jesús debía morir en lugar de la nación, y no sólo por la nación, sino para reunir a los hijos de Dios (11:52, 18:14). Esta idea de Caifás de que Jesús murió por el pueblo se mantendría entre el pueblo durante 2000 años en el futuro: la idea cristiana de que "Cristo murió por nosotros" (por el pueblo cristiano) aunque la intención de Caifás fue que muriera "por" el pueblo judío, la nación y el templo. Según Mateo (26:66), los sacerdotes lo declaran reo de muerte, y según Juan (11:53) desde aquel momento decidieron matarlo. Jesús sabía todo lo que iba a sucederle (10:14). Y como los sacerdotes no tenían poder político para ejecutar sentencias, necesitaban la intervención del gobernador. Los sacerdotes y los judíos enviaron a Jesús al palacio del gobernador. Éste les dice que lo juzguen con sus propias leyes, pero los judíos le responden que su ley no les permite condenar a muerte a nadie (18:31), aunque los sumos sacerdotes le habían sentenciado ya como reo de muerte (Mateo 26:66, Juan 11:53). Un discípulo de Jesús entra con él en el palacio del gobernador mientras Pedro se queda fuera con la portera (una criada, según Lucas). Ese discípulo era conocido del sumo sacerdote, y quizá fuera el testigo de la conversación entre el gobernador (Pilato) y Jesús. El gobernador le pregunta si es él es el rey de los judíos (18:33) pues su pueblo y los sumos sacerdotes le ha entregado a él, pero Jesús le responde que su reino no es de este mundo y que si fuera de este mundo sus súbditos lucharían para que no fuera entregado a los judíos, y le dice que él es rey. Antes, la portera le preguntaba a Pedro si él conocía a Jesús, y Pedro declaraba su primera negación, luego la segunda y luego la tercera. Según Lucas (capítulo 23), Pilato se aseguró de que Jesús era galileo y por ello era el asunto era de la jurisdicción de Herodes, de modo que lo envió a Herodes con quien estaban los sumos sacerdotes y maestros de la ley que acusaban duramente a Jesús, y a su vez Herodes se lo devolvió a Pilato. Éste convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo (Lucas 23:13). Pilato también hace tres declaraciones a los sacerdotes de que no ve culpa alguna en Jesús (Juan 18:38, 19:4, 19:6). Los sumos sacerdotes gritaron que lo crucificase (19:6). Según Mateo (27:19-20) la mujer de Pilato le dijo que no resolviera nada contra ese justo porque ella había sufrido en sueños por causa de él, y los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran la muerte de Jesús. Pilato aún buscaba la manera de dejarlo en libertad (Lucas 23:20, Juan 19:12) y los judíos le presionaron diciéndole que se haría enemigo del césar si dejaba a Jesús en libertad pues todo el que se hacía rey estaba en contra del césar.
El humano, la persona, Pilato, se ve en el dilema de elegir entre su deseo humano -liberar a Jesús- o cumplir con su deber como profesional, político, hacer lo pública y políticamente (y religiosamente) correcto: no enemistarse con su jefe, el césar, ni con la autoridad religiosa. Los judíos también piden que lo crucifique (19:15) y los sacerdotes le dicen que no tienen más rey que el césar (19:15), no el Mesías, pues de hecho no creían que Jesús lo fuera, o sí pero no les interesaba aceptarlo por no abandonar su poder. Mateo (27:24) es el que cuenta que Pilato, al ver que no podía conseguir nada sino que aumentaba el alboroto, se lavó las manos declarando ser inocente de la sangre de Jesús. Un gesto de sinceridad, pues quien deseaba la muerte de Jesús eran los sacerdotes y los judíos. Y el pueblo (el judío, no el cristiano, pues éste aún no existía) sí se hizo responsable diciendo: "Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos" (Mateo 27:25). Por fin, el gobernador entrega a Jesús a los sacerdotes y a los judíos, de modo que los sumos sacerdotes lograron su deseo: que los judíos siguieran siendo su pueblo y su sustento engañados con la excusa de que Jesús había "dado su vida"(muerto) por la vida de ellos (pueblo) y de su nación, por haberla "salvado" de una destrucción por parte de los romanos (Juan 11:48). Según Lucas, después de la resurrección, Jesús se encuentra en el camino a Emaús con dos discípulos a los que, sin saber ellos quién era él, les dice "¿no era necesario que Cristo sufriera todo eso para entrar en su gloria?" (Lc 24:26). Muerte y resurrección que Jesús decía que sabía que le iba a ocurrir, de modo que en la perspectiva de Jesús no ocurrió nada "incorrecto" dentro de lo él "sabía" de su destino. Y en la perspectiva de los sumos sacerdotes, estos también lograron su objetivo y deseo: quitarse de enmedio a Jesús. En cuanto a los judíos, no encontraron lo que esperaban, pues ellos esperaban al Mesías, aunque en esto intevinieron también los sumos sacerdotes (tal como cuenta Mateo en 28:11-15) al sobornar a los guardias del sepulcro diciéndoles que hicieran correr el rumor de que Jesús no había resucitado sino que los discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras ellos dormían. Pero de haberse dormido no podían haber visto a los discípulos.
Jesús murió por decisión de los sacerdotes, no por amor a ningún pueblo (ni el entonces "pueblo judío" ni el futuro "pueblo cristiano" que aún no existía) ni por "salvarle". Según Mateo 26:4 y Lucas 22:2, la razón de los sacerdotes fue que necesitaban quitárselo de enmedio. Ellos y Caifás y los judíos (en fin, todos los personajes) eran las partes necesarias en la cadena de acontecimientos que hizo que Jesús cumpliera su destino.
Según Lucas, después de la resurrección, Jesús se encuentra en el camino a Emaús (a 13 kms de Jerusalén) con dos discípulos entristecidos por la muerte de Jesucristo y a los que, sin saber ellos quién era él, les dice "¿no era necesario que Cristo sufriera todo eso para entrar en su gloria?" (Lc 24:26). Al volver a Jerusalén se aparece a sus discípulos y les dice que era necesario que se cumpliera todo lo que estaba escrito acerca de él, que tenía que sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día (24:44-46). Esto sugiere la idea de que un guión ya estaba escrito y lo que Jesús estaba viviendo era una película ya rodada y en la que él volvía a intervenir y de la cual sólo él sabía, y sabía qué iba a suceder, así que sabría que no podía evitar que "el guión" se cumpliese: la demostración del temor del poder religioso ante una persona que dice y hace ignorando cualquier "autoridad" religiosa y conversando con los sacerdotes y fariseos cara a cara y sin tapujos (incluso con palabras que les ofenden) y describiéndolos por costumbres y detalles conservadas hasta la modernidad, como cuenta Mateo en el capítulo 23 o Lucas en el 11:37-54. No era Jesús el verdadero peligro para la estabilidad del poder sino lo que decía y hacía (palabras y actos, llamados "milagros") y Jesús lo sabía y sabía que no podía evitar tampoco las consecuencias futuras (los 2000 siguiente años) desde la intervención de los sumos sacerdotes tratando de conservar y perpetuar su poder. Y en cuanto a los "milagros", Juan dice que Jesús no se fiaba de los que decían que creían en él por ver dichos milagros (Juan 2:23-24). La muerte de Jesús no fue por amor de Jesús al pueblo (ni el entonces "pueblo judío" ni el futuro "pueblo cristiano" que aún no existía) ni por "salvarle" sino porque los sacerdotes necesitaban quitárselo de enmedio (Mateo 26:4, Lucas 22:2) y la excusa necesaria e imaginaria fue que si Jesús seguía actuando los romanos podían llegar y destruir el templo y la nación. Así que la idea de que "Jesús muriera para salvar al pueblo" fue del sumo sacerdote Caifás, el personaje que decidió que les convenía que muriera un hombre por el pueblo antes que el Pueblo de Yavé (la nación judía) al que, permaneciendo "vivo", le esperaba el destino que tendría durante 2000 años más en los que surgió otro "Pueblo de Yavé": los cristianos/católicos, el siguiente "Pueblo de Dios" que adoptaría a Jesús como héroe y mártir (Dios) considerando a los judíos (no a los sacerdotes) responsables de su muerte aunque no "provocadores" necesarios de su muerte, pues para resucitar es necesario morir. Lo que para Jesús era necesario, para sus "seguidores" era indeseable y dramático por no comprenderlo al no tener la suficiente percepción de la realidad. Sacerdotes, Caifás, judíos... personajes necesarios en la cadena de acontecimientos que hicieron que se cumpliera lo que estaba escrito de Jesús, según las Escrituras.
sábado, 9 de abril de 2011
Según el autor del libro del Génesis (capítulo 42), en tiempos de Jacob (Israel) había hambre en la región de Canaán. Si los hebreos pasaban entonces hambre era porque ni Yavé alimentaba a su pueblo, ni su pueblo se alimentaba de Yavé, de modo que Jacob/Israel decidió enviar a 11 de sus hijos a comprar grano en Egipto. Por entonces, José vivía prósperamente en Egipto con el favor del Faraón. José era uno de los hijos de Jacob, al que sus hermanos habían vendido a los ismaelitas madianitas (Gén. 37:27) que a su vez en Egipto lo vendieron al egipcio Putifar, eunuco del Faraón (Gén. 38:1). El Faraón propone a José que traiga a Egipto a su padre y a los hebreos y les promete darles lo mejor de la tierra de Egipto (Gén. 45:17-18). El propio Yavé le dice a Jacob que no tema bajar a Egipto pues hará de su descendencia un gran pueblo (Gén 46:1-2), así que Jacob emigró a Egipto. José dio propiedades a su padre y hermanos, pero el hambre se había extendido también a Egipto y se acabó el dinero. Entonces José y los egipcios y hebreos tuvieron que negociar: José les daría alimentos a cambio de ganados y tierras, y al quedarse sin tierras los hebreos declararon hacerse esclavos del Faraón (Gén 47). Es entonces cuando Yavé/Dios/Jehová entra en contacto con Moisés en el monte del Horeb (Éxodo 3), en Madián (en Arabia, al otro lado de la Península del Sinaí y del Mar Rojo. Moisés había huido de Egipto por matar a un egipcio). Yavé le propone que vaya a Egipto para liberar a su pueblo (los israelitas, Israel) y le dice que le comunique el Faraón que Israel es su hijo primogénito (Éxodo 4:22) y que amenace al Faraón con que, si no deja salir a Israel, él (Yavé) matará a su hijo primogénito, lo cual Yavé cumpliría (Éxodo 12:29).
El pueblo de Yavé tuvo que hacerse esclavo para poder sobrevivir. Yavé no podía mantenerles ni salvarles, y ellos no podían alimentarse de su Dios que les prometió la tierra prometida. También el Faraón le prometió a Jacob/Israel darles lo mejor de la tierra de Egipto (Gén. 45:17-18) a la que llegarían 470 años después, el tiempo del cautiverio (430 años) y de la travesía por el desierto de Sinaí (40 años), una tierra prometida que estaba en una pequeña región de un planeta que flotaba en el vacío sin suelo ni techo del Espacio del Universo.
El pueblo de Yavé tuvo que hacerse esclavo para poder sobrevivir. Yavé no podía mantenerles ni salvarles, y ellos no podían alimentarse de su Dios que les prometió la tierra prometida. También el Faraón le prometió a Jacob/Israel darles lo mejor de la tierra de Egipto (Gén. 45:17-18) a la que llegarían 470 años después, el tiempo del cautiverio (430 años) y de la travesía por el desierto de Sinaí (40 años), una tierra prometida que estaba en una pequeña región de un planeta que flotaba en el vacío sin suelo ni techo del Espacio del Universo.
jueves, 17 de marzo de 2011
LA PROFECÍA DE JESÚS
Realmente la Humanidad lleva en crisis desde que se desconectó de "la madre" (Naturaleza) y por ello de "el padre" (sobrenaturaleza). En estos tiempos de "mal tiempo" y de crisis personales (y nacionales e internacionales, pero no interplanetarias) la humanidad está aún más dividida por las diversas opiniones acerca de lo que significan estos "tiempos". Unas personas lo interpretan como señales del fin del mundo; otras también, pero también como señales del principio de un mundo nuevo; otras dicen que son fenómenos que ocurren siempre; otras dicen que son señales del cumplimiento de la profecía de Jesús. En tres evangelios Mateo, Marcos y Lucas citan capítulos acerca de una profecía de Jesús acerca de "el fin del mundo", de Jerusalén y de la segunda venida del Cristo (una cosa es "Cristo" y otra "Jesús"). Jesús anduvo en tierra de los judíos (y en medio de los sacerdotes y de los romanos) y los judíos terminaron por creer que Jesús no era el Mesías, de modo que aún esperan por primera vez al mesías, y los cristianos creyeron que sí lo era, pero lo esperan por segunda vez. Ambos lo esperan. Esto querría decir que quien al Cristo espera no ve en el mundo al Cristo que espera (ni al mundo en el Cristo), de modo que sobrevivirían en un estado y mundo de "crisTis" (espiritual) y no sólo de crisis financiera, materialista o "de valores". Sea como sea, Mateo, Marcos y Lucas citan capítulos acerca de la segunda venida del Cristo a través de frases puestas en boca de Jesús. Los tres coinciden en que Jesús habla de que se produciría hambre y terremotos en diversos lugares.
Habrá hambre y terremotos en diversos lugares. Eso será sólo el comienzo de los dolores.
- Mateo 24,7, Marcos 13,8, Lucas 21,11
Por su lado, Mateo y Lucas añaden los elementos celestes, como los astros, y fenómenos asociados al elemento agua (el mar y las olas).
Después de esta angustia, el sol se oscurecerá, la luna no alumbrará, las estrellas caerán del cielo y las columnas del cielo se tambalearán. - Mateo 24,29
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas. - Lucas 21,25
La expresión "comienzo de los dolores" se puede asociar a un parto como los dolores previos a un nacimiento y a la felicidad de la madre una vez ha tenido al hijo. La expresión "estruendo del mar y de las olas" no es metafórica ni alegórica precisamente. Es fácil que estas expresiones inspiren temor, aunque por otro lado Jesús también señala que esos sucesos son señales que indican la llegada de una liberación, y esto sugiere algo positivo, de modo que el "mal" tiempo tiene su lado "bueno".
Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación. - Lucas 21,28.
Cada persona puede interpretar a qué tipo de liberación se refiere tal frase. A continuación, Jesús lo explica con una metáfora comparando la germinación de las hojas de todos los árboles (y en concreto de la higuera) con los sucesos "catastróficos" en la Naturaleza, y al verano con el reino de Dios, pues cuando vemos brotar las hojas de los árboles lo interpretamos como la cercanía del verano. Así, cuando sucedan esos fenómenos serían señales de la llegada del reino de Dios.
Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca.
- Lucas 21,29
Sobre las "señales en el sol, en la luna y en las estrellas" pueden referirse a la actividad del Sol como
manchas o explosiones. Entre febrero y marzo de 2011 están ocurriendo algunas explosiones al mismo tiempo que están ocurriendo terremotos en nuestro mundo. También estas explosiones y terremotos en la Tierra están ocurriendo durante la oposición de Júpiter y Saturno, los dos grandes planetas, cuyo culmen fue el 5 de marzo. Los expertos creen que la actividad del Sol aumentará a partir de noviembre. Las "señales en la luna" pueden ser eclipses de luna (eclipsada por el planeta Tierra); el pasado día 21 de diciembre, en pleno solsticio, ocurrió un eclipse total de luna. Y en las demás estrellas (pues el Sol es una estrella) es difícil ver señales de movimiento, pues son prácticamente fijas. En caso de un cambio significativo en la inclinación en el Eje del planeta, nuestra percepción de las estrellas y constelaciones cambiaría.
En cuanto al "fin de Jerusalén", en el evangelio de Mateo, Jesús lo relaciona con un pasaje del Libro de Daniel:
Cuando veáis en el lugar santo el ídolo repugnante anunciado por el profeta Daniel (el que lea que entienda)... - Mateo 24,15
También, en el libro del profeta Zacarías existe una profecía que menciona que el monte de los Olivos se dividiría en dos:
El monte de los Olivos se dividirá en su punto medio en dirección este-oeste, dejando en el medio un gran valle; una mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur. Y se allanará el valle del Hinón como se allanó a causa del terremoto en los tiempos de Ozías, rey de Judá. - Zacarías 14:4-5.
En la frase se menciona un terremoto ocurrido tiempo atrás en tiempos de Ozías, personaje que aparece en el 2º libro de las Crónicas, capítulo 26, y en el cual también se menciona al propio Zacarías y se dice que el resto de la historia de Ozías fue escrito por Isaías. En el Libro de Isaías, el capítulo 29, el profeta habla sobre el asedio de Jerusalén a la que se llama Ariel, y en el versículo 6: "Y pronto, de improviso, serás visitado por el Señor todopoderoso con truenos, terremotos, gran estruendo, con huracán, tempestad y fuego devorador". En el registro de terremotos ocurridos durante la historia (fuente wikipedia) existe uno en Israel el 7 de octubre del 759 antes de la era cristiana. En esta fecha se sitúa el reinado de Zacarías, 14º rey del Reino de Israel mientras en el territorio de Judá reinaba Ozías llamado también Uzías o Azarías, desde 809 a. C. hasta 759 a. C., fecha del terremoto.
http://alondra-librosprofetas.blogspot.com/2011/03/el-terremoto-mencionado-por-zacarias.html
Independientemente de la "sacralidad" o "divinidad" de las llamadas "sagradas" escrituras y de la teórica "inexorabilidad" o no en el cumplimiento de lo que narra (parezca bueno o catastrófico), lo que prima para cada ser humano es lo que ve, siente y piensa según su propia conciencia. En estos tiempos de "mal" (y "buen", según se mire) tiempo y de crisis personales (y nacionales e internacionales, pero no interplanetarias) pero también de liberaciones personales, la mezcla de las lógicas diferentes percepciones e interpretaciones personales acerca de lo que ocurre (en la realidad) hace que la humanidad esté aún más dividida y estresada. Para unos son fenómenos naturales que ocurren todos los días y crisis financieras que tienen sus ciclos; para otros son señales del fin del mundo; para otros señales del principio de un mundo nuevo; para otros son señales del cumplimiento de la profecía de Jesús, etc, etc...
Cada persona en el "reino" del mundo viéndolo y viviéndolo de forma diferente mientras los bebés y los niños viven en su propio "reino", y el planeta sigue dando vueltas a una estrella entre otros planetas y millones de estrellas. A principios del 3er milenio cristiano y finales del 5º milenio hebreo que corren por el final del Ciclo maya o del Kali Yuga hindú.
Habrá hambre y terremotos en diversos lugares. Eso será sólo el comienzo de los dolores.
- Mateo 24,7, Marcos 13,8, Lucas 21,11
Por su lado, Mateo y Lucas añaden los elementos celestes, como los astros, y fenómenos asociados al elemento agua (el mar y las olas).
Después de esta angustia, el sol se oscurecerá, la luna no alumbrará, las estrellas caerán del cielo y las columnas del cielo se tambalearán. - Mateo 24,29
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas. - Lucas 21,25
La expresión "comienzo de los dolores" se puede asociar a un parto como los dolores previos a un nacimiento y a la felicidad de la madre una vez ha tenido al hijo. La expresión "estruendo del mar y de las olas" no es metafórica ni alegórica precisamente. Es fácil que estas expresiones inspiren temor, aunque por otro lado Jesús también señala que esos sucesos son señales que indican la llegada de una liberación, y esto sugiere algo positivo, de modo que el "mal" tiempo tiene su lado "bueno".
Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación. - Lucas 21,28.
Cada persona puede interpretar a qué tipo de liberación se refiere tal frase. A continuación, Jesús lo explica con una metáfora comparando la germinación de las hojas de todos los árboles (y en concreto de la higuera) con los sucesos "catastróficos" en la Naturaleza, y al verano con el reino de Dios, pues cuando vemos brotar las hojas de los árboles lo interpretamos como la cercanía del verano. Así, cuando sucedan esos fenómenos serían señales de la llegada del reino de Dios.
Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca.
- Lucas 21,29
Sobre las "señales en el sol, en la luna y en las estrellas" pueden referirse a la actividad del Sol como
manchas o explosiones. Entre febrero y marzo de 2011 están ocurriendo algunas explosiones al mismo tiempo que están ocurriendo terremotos en nuestro mundo. También estas explosiones y terremotos en la Tierra están ocurriendo durante la oposición de Júpiter y Saturno, los dos grandes planetas, cuyo culmen fue el 5 de marzo. Los expertos creen que la actividad del Sol aumentará a partir de noviembre. Las "señales en la luna" pueden ser eclipses de luna (eclipsada por el planeta Tierra); el pasado día 21 de diciembre, en pleno solsticio, ocurrió un eclipse total de luna. Y en las demás estrellas (pues el Sol es una estrella) es difícil ver señales de movimiento, pues son prácticamente fijas. En caso de un cambio significativo en la inclinación en el Eje del planeta, nuestra percepción de las estrellas y constelaciones cambiaría.
En cuanto al "fin de Jerusalén", en el evangelio de Mateo, Jesús lo relaciona con un pasaje del Libro de Daniel:
Cuando veáis en el lugar santo el ídolo repugnante anunciado por el profeta Daniel (el que lea que entienda)... - Mateo 24,15
También, en el libro del profeta Zacarías existe una profecía que menciona que el monte de los Olivos se dividiría en dos:
El monte de los Olivos se dividirá en su punto medio en dirección este-oeste, dejando en el medio un gran valle; una mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur. Y se allanará el valle del Hinón como se allanó a causa del terremoto en los tiempos de Ozías, rey de Judá. - Zacarías 14:4-5.
En la frase se menciona un terremoto ocurrido tiempo atrás en tiempos de Ozías, personaje que aparece en el 2º libro de las Crónicas, capítulo 26, y en el cual también se menciona al propio Zacarías y se dice que el resto de la historia de Ozías fue escrito por Isaías. En el Libro de Isaías, el capítulo 29, el profeta habla sobre el asedio de Jerusalén a la que se llama Ariel, y en el versículo 6: "Y pronto, de improviso, serás visitado por el Señor todopoderoso con truenos, terremotos, gran estruendo, con huracán, tempestad y fuego devorador". En el registro de terremotos ocurridos durante la historia (fuente wikipedia) existe uno en Israel el 7 de octubre del 759 antes de la era cristiana. En esta fecha se sitúa el reinado de Zacarías, 14º rey del Reino de Israel mientras en el territorio de Judá reinaba Ozías llamado también Uzías o Azarías, desde 809 a. C. hasta 759 a. C., fecha del terremoto.
http://alondra-librosprofetas.blogspot.com/2011/03/el-terremoto-mencionado-por-zacarias.html
Independientemente de la "sacralidad" o "divinidad" de las llamadas "sagradas" escrituras y de la teórica "inexorabilidad" o no en el cumplimiento de lo que narra (parezca bueno o catastrófico), lo que prima para cada ser humano es lo que ve, siente y piensa según su propia conciencia. En estos tiempos de "mal" (y "buen", según se mire) tiempo y de crisis personales (y nacionales e internacionales, pero no interplanetarias) pero también de liberaciones personales, la mezcla de las lógicas diferentes percepciones e interpretaciones personales acerca de lo que ocurre (en la realidad) hace que la humanidad esté aún más dividida y estresada. Para unos son fenómenos naturales que ocurren todos los días y crisis financieras que tienen sus ciclos; para otros son señales del fin del mundo; para otros señales del principio de un mundo nuevo; para otros son señales del cumplimiento de la profecía de Jesús, etc, etc...
Cada persona en el "reino" del mundo viéndolo y viviéndolo de forma diferente mientras los bebés y los niños viven en su propio "reino", y el planeta sigue dando vueltas a una estrella entre otros planetas y millones de estrellas. A principios del 3er milenio cristiano y finales del 5º milenio hebreo que corren por el final del Ciclo maya o del Kali Yuga hindú.
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