Más allá de cuestiones morales e inmorales, legales o ilegales, lavarse las manos antes de comer (o en cualquier momento), es un impulso natural propio del aseo, como puede hacer cualquier animal salvaje.
Ya dentro de la esfera limitada de la legalidad y de la escrupulosidad religiosa, lavarse las manos antes de comer es una costumbre de los fariseos, costumbre heredada por la cultura cristiana católica. Cuenta Mateo (capítulo 15) que unos fariseos y maestros de la ley le preguntaron a Jesús por qué sus discípulos no se lavaban las manos para comer pues no haciéndolo quebrantaban las tradiciones de los ancianos. Jesús les responde que ellos mismos (los fariseos y maestros de la ley), por cumplir sus tradiciones quebrantaban el mandato de Dios, de modo que Jesús debía querer decir que "su Padre" (al que se refereía como "Dios" al hablar con los fariseos) no mandaba lavarse las manos antes de comer, o no prohibía no lavárselas antes de comer. Y les dice que lo que contamina al hombre no es lo que entra desde fuera sino lo que sale del corazón, como "impuros" pensamientos (reproducidos con palabras), pues lo que viene de fuera no se mete en el corazón ni se queda en él, sino que se mete por la boca, llega al vientre y vuelve a salir por el ano ("orificio evacuador de los excrementos de la comida"). Marcos cuenta (6, 3:4) que los fariseos y todos los judíos seguían la tradición de sus mayores y acostumbraban a lavarse cuidadosamente las manos antes de comer, pues temían que la "impureza" que tuvieran las manos manchara su supuesta "pureza" interior, o tenían otras costumbres como lavar copas (o vasos) y platos. En el rito de la misa católica los sacerdotes lavan vaso y plato (copa y pátena) después de la eucaristía, y con la suficiente meticulosidad y cuidado que de ahí haya salido la expresión "dejar como una pátena". El propio Jesús (en Mateo 23,25) se lo dice a los maestros y fariseos llamándoles hipócritas: "Ay de vosotros...que limpiás por fuera el vaso y el plato pero por dentro están [estáis] llenos de rapiña y de maldad".
Una interpretación de esas ideas de Jesús es que van destinadas a las personas (jefes religiosos o no) que sienten una impureza en el interior y tal sentimiento lo reflejan en el acto de lavar (des-infectar o "purificar") las manos antes de comer, lo cual no libera de lo que crean que "mancha" su sentimiento, ni tampoco evita que la comida (o los cubiertos) pueda estar en "malas" condiciones aunque se hayan lavado las manos. Por otro lado, modernamente se cree que "tener limpias" las manos depende de aplicarse un des-infectante como es el jabón, por considerar que el agua por sí sola no des-infecta.
Más allá de juicios y prejuicios morales e inmorales, legales o ilegales, lavarse las manos antes de comer (o en cualquier momento) es un impulso natural que forma parte del aseo, como puede hacer cualquier animal salvaje.
La única "impureza" es la que uno mismo piensa y cree real, y sin que el hecho de "pensar" sea impuro... ni puro.
La única "impureza" es la que uno mismo piensa y cree real, y sin que el hecho de "pensar" sea impuro... ni puro.
-LINDA REFLEXION ME SIRVIO DE MUCHA AYUDA, Y ME ACLARO MUCHAS DUDAS, DIOS LES BENDIGA HERMANITOS!!!
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