LA LEY DEL TALIÓN
Deut 20:17. La ley del talión.
"No tendrás compasión: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie."
Aunque la ley del talión aparece en este pasaje del libro del Deuteronomio, ya se hace referencia en el libro del Éxodo (21:23) en el capítulo sobre el Código de la Alianza y las leyes sobre la vida y la libertad.
"Si se sigue un daño, lo pagarás: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe."
Y también en el Levítico 24:20:
"Fractura por fractura, ojo por ojo y diente por diente, es decir, recibirá lo mismo que él ha hecho al prójimo".
Por su lado, Jesús en el evangelio, menciona a la ley del talión aunque recomendando no ponerla en práctica, una prueba de que Jesús no es el mismo personaje Yavé:
"Sabéis que se dijo: ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo que no hagáis frente al que os ataca. Al contrario, al que te abofetee en una mejilla preséntale también la otra." (Mt 5:38).
El término "talión" deriva de la palabra latina "talis" o "tale" que en castellano decimos como "tal" (de "idéntico") de modo que la ley del talión se refiere a recibir una pena idéntica (una pena TAL) a un daño cometido. Es una recreación humana de la ley compensatoria del karma, una ley natural de la que el hombre deudor no puede escapar, y es deudor en tanto que es inconsciente de la ley del karma o no cree en su teórica justicia perfecta y por ello ejerce la ley del talión, cobrando karma. La ley del talión también es ejercida por "la autoridad", pues en el fondo son personas (que trabajan en ello ganando su sueldo necesario). La diferencia fundamental es que la ley del karma actúa soterradamente al nivel del consciencia humana, y de ahí que el lamento (por incomprensión de las desgracias consideradas casuales o mala suerte) sea tan frecuente, y que la rabia y el deseo de resarcimiento dé pie al ejercicio de la ley del talión ejercida conscientemente por las personas, a voluntad, sea por mano propia o de una persona autorizada y "legalizada" (por uno mismo o por el poder), una "autoridad jurídica", un profesional, aunque éste también es una persona que se toma la justicia por su mano, una justicia "legalizada" por el poder político y religioso, y aceptada generalmente por cada persona de la sociedad. Debido a la rabia y urgencia por resarcirse, las personas no dejan sus asuntos a la dinámica de la ley del karma, lo cual se suele decir, con resignación, como "dejarlo en manos de Dios" (aquí "Dios" es figurativamente hablando "el Señor del Karma", es decir la propia dinámica karmática infalible), como si esta posibilidad fuera la última y menos fiable después de haber agotado todos los demás recursos de la "justicia" social del estado o de la iglesia. Es cuestión de práctica comprobar si tal ley del karma resarce justamente o no. No es cuestión de "derecho", y de hecho precisamente no es un derecho que aparezca en las listas organizadas de Derechos Humanos ni en las Constituciones de los Estados. Uno de ellos y fundamental sí es el "derecho a ser defendido por la justicia" (y acusado también), y hasta los profesionales, como personas que son, ejercen "la justicia por su mano", ley del talión que genera karma y por eso mantiene el saldo karmático de la conciencia. La ley del karma, por su propia naturaleza tiende a 0, mientras que, por ignorancia, la humanidad mantiene un saldo karmático al ejercer la ley del talión, generando deuda karmática. También tenemos saldos bancarios que lógicamente no podemos dejar a 0 mientras tenemos deudas económicas que pagar cada mes. Y ¿a quién? A otros deudores... Al final, ejerciendo la ley del talión, la humanidad es un solo ser... debiéndose y pagándose a sí mismo, por tomarse la justicia por mano propia. Una cuestión de orgullo... hasta la muerte.
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