YAVÉ, EL "NO MATARÁS" Y EL "VIDA POR VIDA"
En el pasaje 24:14 del Levítico se narra que un hombre blasfemó contra el nombre de Yavé por lo que Yavé mandó a Moisés que la comunidad le matara a pedradas. Anteriormente, Yavé había transmitido a Moisés los 10 mandamientos (Éx 20) de los cuales el 5º era "No matarás" (Éx 20:13), aunque también, como leyes sobre la vida y la libertad del Código de la Alianza, el "vida por vida" (Éx 21:23), la ley del talión (Deut 19:21), pero Yavé no establece un mandamiento de "No blasfemarás contra el nombre de Yavé y el que lo haga sea matado". Por esto el hombre no había quebrantado ningún mandamiento de Yavé. Así que la reacción de Yavé es de orgullo, y no porque el hombre condenado hubiera desobedecido uno de sus mandamientos. Yavé no le perdona, no le da otra oportunidad y manda a Moisés que le lapiden. Luego sí, Yavé establece el mandamiento: "Dirás a los israelitas: el que blasfeme el nombre de Yavé será castigado con la muerte; toda la comunidad lo apedreará" (Lev 24:25). El sentirse ofendido (blasfemado), el orgullo o la incapacidad para perdonar son sentimientos y conductas propias de la naturaleza humana inferior. Por otro lado, Yavé obliga a su pueblo a incumplir el "No matarás" al mandarles lapidar al hombre. Yavé toma la decisión de matarlo pero no se encarga de matarlo directamente sino que se lo encarga al pueblo. Aquí percibo un paralelismo con la forma en que actuarían los sumos sacerdotes 2000 años después con Jesús, pues ellos lo condenaron, pero el poder de ejecutar era prerrogativa del poder político representado por el gobernador romano, de modo que los sacerdotes tuvieron que persuadirle utilizando para ello a los judíos (hebreos) como fuerza de presión.
Unos 2000 años más tarde, Jesús hablaría de perdonar a los hombres sus ofensas (Mt 6:14), y hasta setenta veces siete, aunque también diría que quien blasfemara contra el Espíritu Santo no tendría perdón jamás y cargaría con su pecado eternamente ((Mc 3:28), un concepto el de "blasfemia contra el Espíritu Santo" que no es nada concreto y por ello da pie a infinidad de interpretaciones subjetivas, y de ahí la tentación de considerar la interpretación personal subjetiva como una "revelación divina" con el fin de hacerla valer, y de ahí los conflictos entre las "verdades absolutas" (absolutistas) de las personas, incluso de la misma creencia religiosa.
Particularmente mi concepto de "santo" o "sagrado" expresa precisamente lo Invulnerable y por ello no es profanable ni "blasfemable" y no tiene escudos ni defensores. Otra cosa es que alguien que tiene su concepto de "lo santo" se ofenda porque otra persona diga algo que aquella persona interpreta como "blasfemia".
miércoles, 22 de febrero de 2012
domingo, 22 de enero de 2012
JESÚS: EL TEMOR DE LOS SACERDOTES
Según Marcos (en 15:10), los sumos sacerdotes entregan a Jesús al gobernador Pilato el cual sabía que los sumos sacerdotes tenían envidia de Jesús. Tal como cuenta Juan, después de que Jesús resucitara a Lázaro, Caifás -entonces cabeza del gremio sacerdotal- decide que les conviene que muera un sólo hombre por el pueblo antes que perezca la nación entera (Juan 11:50) a manos de los romanos que los sumos sacerdotes argumentaban (como la necesaria excusa, no como realidad) que vendrían en el caso de que dejaran a Jesús seguir haciendo milagros. Así, Caifás profetiza que Jesús debe morir por la nación y para reunir a los hijos de Dios dispersos. Es decir, el mismo poder sacerdotal que condena a Jesús a muerte le confiere la condición de héroe "salvador de los judíos", y también, al hacer a Jesús su víctima, también le convierte en un mártir: Héroe y Mártir a la vez. Desde aquel momento decidieron matarlo (Juan 11:53). Según Mateo (23:29-31) Jesús, hablando con los escribas, maestros de la ley y fariseos, les dice que son hipócritas porque edifican sepulcros a los mismos profetas cuya sangre derramaron sus padres y que por ello son hijos de los que mataron a los profetas. Es el mismo caso de Jesús, adoptado como "Dios" por los sacerdotes, siendo sacerdotes los que lo condenaron a muerte, y teniendo en cuenta que el propio Jesús, según los evangelistas, conocía lo que iba a sucederle para que se cumplieran las escrituras, tal como ponen en boca de Jesús. Otros casos son los de Galileo o de Juana de Arco, condenados por la "autoridad" eclesiástica o Institución papal, y años más tarde reconocidos por la "autoridad" eclesiástica o Institución papal. Es decir, el Papa (que es una figura institucional, no un organismo biológico) cambiando sus propias decisiones. Y, en caso de Juana de Arco, considerada de hereje a santa. Así, la Institución papal demuestra su propia falibilidad al hacer uso de su propia "autoridad" haciendo cambios en sus propias decisiones. Y tal Institución y Figura llamada "Papa" sólo es un papel más interpretado por diferentes personas -que fueron bebés- en el Teatro tragicómico de la vida y de la muerte.
martes, 10 de enero de 2012
LA LEY DEL TALIÓN
Deut 20:17. La ley del talión.
"No tendrás compasión: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie."
Aunque la ley del talión aparece en este pasaje del libro del Deuteronomio, ya se hace referencia en el libro del Éxodo (21:23) en el capítulo sobre el Código de la Alianza y las leyes sobre la vida y la libertad.
"Si se sigue un daño, lo pagarás: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe."
Y también en el Levítico 24:20:
"Fractura por fractura, ojo por ojo y diente por diente, es decir, recibirá lo mismo que él ha hecho al prójimo".
Por su lado, Jesús en el evangelio, menciona a la ley del talión aunque recomendando no ponerla en práctica, una prueba de que Jesús no es el mismo personaje Yavé:
"Sabéis que se dijo: ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo que no hagáis frente al que os ataca. Al contrario, al que te abofetee en una mejilla preséntale también la otra." (Mt 5:38).
El término "talión" deriva de la palabra latina "talis" o "tale" que en castellano decimos como "tal" (de "idéntico") de modo que la ley del talión se refiere a recibir una pena idéntica (una pena TAL) a un daño cometido. Es una recreación humana de la ley compensatoria del karma, una ley natural de la que el hombre deudor no puede escapar, y es deudor en tanto que es inconsciente de la ley del karma o no cree en su teórica justicia perfecta y por ello ejerce la ley del talión, cobrando karma. La ley del talión también es ejercida por "la autoridad", pues en el fondo son personas (que trabajan en ello ganando su sueldo necesario). La diferencia fundamental es que la ley del karma actúa soterradamente al nivel del consciencia humana, y de ahí que el lamento (por incomprensión de las desgracias consideradas casuales o mala suerte) sea tan frecuente, y que la rabia y el deseo de resarcimiento dé pie al ejercicio de la ley del talión ejercida conscientemente por las personas, a voluntad, sea por mano propia o de una persona autorizada y "legalizada" (por uno mismo o por el poder), una "autoridad jurídica", un profesional, aunque éste también es una persona que se toma la justicia por su mano, una justicia "legalizada" por el poder político y religioso, y aceptada generalmente por cada persona de la sociedad. Debido a la rabia y urgencia por resarcirse, las personas no dejan sus asuntos a la dinámica de la ley del karma, lo cual se suele decir, con resignación, como "dejarlo en manos de Dios" (aquí "Dios" es figurativamente hablando "el Señor del Karma", es decir la propia dinámica karmática infalible), como si esta posibilidad fuera la última y menos fiable después de haber agotado todos los demás recursos de la "justicia" social del estado o de la iglesia. Es cuestión de práctica comprobar si tal ley del karma resarce justamente o no. No es cuestión de "derecho", y de hecho precisamente no es un derecho que aparezca en las listas organizadas de Derechos Humanos ni en las Constituciones de los Estados. Uno de ellos y fundamental sí es el "derecho a ser defendido por la justicia" (y acusado también), y hasta los profesionales, como personas que son, ejercen "la justicia por su mano", ley del talión que genera karma y por eso mantiene el saldo karmático de la conciencia. La ley del karma, por su propia naturaleza tiende a 0, mientras que, por ignorancia, la humanidad mantiene un saldo karmático al ejercer la ley del talión, generando deuda karmática. También tenemos saldos bancarios que lógicamente no podemos dejar a 0 mientras tenemos deudas económicas que pagar cada mes. Y ¿a quién? A otros deudores... Al final, ejerciendo la ley del talión, la humanidad es un solo ser... debiéndose y pagándose a sí mismo, por tomarse la justicia por mano propia. Una cuestión de orgullo... hasta la muerte.
Deut 20:17. La ley del talión.
"No tendrás compasión: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie."
Aunque la ley del talión aparece en este pasaje del libro del Deuteronomio, ya se hace referencia en el libro del Éxodo (21:23) en el capítulo sobre el Código de la Alianza y las leyes sobre la vida y la libertad.
"Si se sigue un daño, lo pagarás: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe."
Y también en el Levítico 24:20:
"Fractura por fractura, ojo por ojo y diente por diente, es decir, recibirá lo mismo que él ha hecho al prójimo".
Por su lado, Jesús en el evangelio, menciona a la ley del talión aunque recomendando no ponerla en práctica, una prueba de que Jesús no es el mismo personaje Yavé:
"Sabéis que se dijo: ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo que no hagáis frente al que os ataca. Al contrario, al que te abofetee en una mejilla preséntale también la otra." (Mt 5:38).
El término "talión" deriva de la palabra latina "talis" o "tale" que en castellano decimos como "tal" (de "idéntico") de modo que la ley del talión se refiere a recibir una pena idéntica (una pena TAL) a un daño cometido. Es una recreación humana de la ley compensatoria del karma, una ley natural de la que el hombre deudor no puede escapar, y es deudor en tanto que es inconsciente de la ley del karma o no cree en su teórica justicia perfecta y por ello ejerce la ley del talión, cobrando karma. La ley del talión también es ejercida por "la autoridad", pues en el fondo son personas (que trabajan en ello ganando su sueldo necesario). La diferencia fundamental es que la ley del karma actúa soterradamente al nivel del consciencia humana, y de ahí que el lamento (por incomprensión de las desgracias consideradas casuales o mala suerte) sea tan frecuente, y que la rabia y el deseo de resarcimiento dé pie al ejercicio de la ley del talión ejercida conscientemente por las personas, a voluntad, sea por mano propia o de una persona autorizada y "legalizada" (por uno mismo o por el poder), una "autoridad jurídica", un profesional, aunque éste también es una persona que se toma la justicia por su mano, una justicia "legalizada" por el poder político y religioso, y aceptada generalmente por cada persona de la sociedad. Debido a la rabia y urgencia por resarcirse, las personas no dejan sus asuntos a la dinámica de la ley del karma, lo cual se suele decir, con resignación, como "dejarlo en manos de Dios" (aquí "Dios" es figurativamente hablando "el Señor del Karma", es decir la propia dinámica karmática infalible), como si esta posibilidad fuera la última y menos fiable después de haber agotado todos los demás recursos de la "justicia" social del estado o de la iglesia. Es cuestión de práctica comprobar si tal ley del karma resarce justamente o no. No es cuestión de "derecho", y de hecho precisamente no es un derecho que aparezca en las listas organizadas de Derechos Humanos ni en las Constituciones de los Estados. Uno de ellos y fundamental sí es el "derecho a ser defendido por la justicia" (y acusado también), y hasta los profesionales, como personas que son, ejercen "la justicia por su mano", ley del talión que genera karma y por eso mantiene el saldo karmático de la conciencia. La ley del karma, por su propia naturaleza tiende a 0, mientras que, por ignorancia, la humanidad mantiene un saldo karmático al ejercer la ley del talión, generando deuda karmática. También tenemos saldos bancarios que lógicamente no podemos dejar a 0 mientras tenemos deudas económicas que pagar cada mes. Y ¿a quién? A otros deudores... Al final, ejerciendo la ley del talión, la humanidad es un solo ser... debiéndose y pagándose a sí mismo, por tomarse la justicia por mano propia. Una cuestión de orgullo... hasta la muerte.
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