EL ÁRBOL DE LA VIDA
Génesis 2:9
"Yavé hizo germinar del suelo toda clase de árboles agradables a la vista y apetitosos para comer, el árbol de la vida, en medio del jardín, y el árbol de la ciencia del bien y del mal".
Génesis 2:16-17:
"El Señor Dios/Yavé/Jehová dio al hombre este mandamiento: 'Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día en que comas, ciertamente morirás.'."
En este pasaje DYJ (Dios, Yavé, Jehová) manda al hombre que no coma del árbol de la ciencia del bien y del mal, y le permite comer del resto, entre los cuales está el árbol de la vida, en medio del jardín (Gén 2:9). Lógicamente el fruto del árbol de la vida no causa la muerte. DYJ le dice al hombre que morirá el día en que coma del árbol de la ciencia del bien y del mal, de modo que éste es el árbol de la muerte.
En la fábula del Edén, "la muerte" del hombre, ocurrida tras comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal (el árbol de la muerte), se representa en 3:7 como la vergüenza y miedo que sienten la mujer y el hombre al darse cuenta de estar desnudos. Entonces DJY maldice a su propia creación: a la serpiente (creado por el propio DJY como el más astuto de todos los animales del campo, Gén 3:1), a la mujer y al hombre, les da unas túnicas de piel y los viste, y luego (en Gén 3:22) expresa su temor de que el hombre pueda tomar del árbol de la vida y coma de él y viva para siempre. Por eso guarda el camino del árbol de la vida con los querubines y la llama de espada flameante después de expulsar al hombre (Gén 3:23).
(El autor o autora de la fábula no menciona que el fruto sea una manzana -o que el árbol sea un manzano- sino que es el fruto es la ciencia del BIEN y del MAL, conceptos MORALES, de modo que podemos interpretarlo alegóricamente como un MORAL, y su fruto tiene un veneno que lleva a la muerte, es decir, a la división de los polos del "in"divi-duo en la dualidad del divi-duo que percibe la realidad a través del filtro moral "bueno y malo" y así a sus propios polos insociables, y a sí mismo separado de los demás aunque buscando alianzas en la sociedad y encontrando también en ella conflicto, reflejo del propio).
Dado que DJY no había prohibido al hombre comer del árbol de la vida, si el hombre hubiera decidido comer del árbol de la vida antes de ser expulsado habría recobrado la vida, pero el miedo (la muerte) adquirido tras comer del fruto y de su veneno (y "morir") es lo que le hace olvidar (inconsciencia de Ser) la existencia del árbol de la vida (de Ser) y de que no es el árbol prohibido, aunque DJY toma precauciones colocando a un querubín guardando el camino del árbol de la vida. Este "querubín" es interpretable como el Can Cerbero guardián de las puertas o el Orco (orcullo, orgullo) de la mitología romana, el Anticristo de la teología cristiana.
(El concepto "querubín" del lenguaje cristiano procede del término Kerub -término asirio, acadio y babilónico- que significa "genio alado" con cuerpo de toro y cabeza humana que hace la función de guardián de las puertas protegiéndola de los malos espíritus (apotropaico), como el de las puertas del templo de Ishtar de Babilonia conservadas en el Museo de Pérgamo de Berlín. La cultura persa también incorpora "Kerubes", como en las ruinas de Persépolis en Irán. El concepto pasa al mito hebreo de la creación (biblia hebrea, Gén 3:24) por la influencia de la cultura persa durante el cautiverio de los hebreos en Babilonia. Luego fue asimilado por la teología cristiana para designar a la segunda categoría de ángeles después de los serafines e incorporado como "querubín" en la versión latina de la biblia hebrea (Gén 3:24: "Expulsó al hombre y puso delante del jardín de Edén los querubines..."). Más tarde derivó a ser representado como el típico angelito alado, que en su versión romántica fue el típico cupido con arco y flechas, llamado Putti (=muchachos), aunque llamado "angelote" por el cristianismo. Así, una basta figura con cuerpo de toro, cabeza humana y con alas -una bestia- llamada Kerub" terminó siendo representada por la imaginería cristiana como un "hermoso ser" -una bella-, pues se emplea el término "querubín" para denominar a un niño de gran hermosura. El colmo es que a ese niño sus padres le pongan por nombre Serafín).