domingo, 14 de febrero de 2010

Hijos del mundo e hijos del cielo

En el capítulo 20 del libro de Lucas, los saduceos -que no creían en la resurrección- debaten con Jesús la cuestión de la resurrección. Los saduceos le plantean la parábola de una mujer que se casa con un hombre, y que al morir el hombre su hermano se casa con la mujer, y así sucesivamente hasta siete hermanos. Al final también la mujer muere, resucita, y la pregunta que le hacen es a cuál de los siete hombres le corresponde la mujer como esposa. Jesús les responde que los hijos de la resurrección no se casan porque ya no pueden morir, que son como ángeles en el cielo, hijos de Dios, hijos del "otro mundo", diferenciándolos de los hijos de "este mundo". En "este mundo" la sociedad está organizada por el poder temporal religioso/político que establece las normas bajo las cuales las personas han de "conducirse", de modo que las mujeres y hombres que desean convivir han de "legalizar" su unión por intermediación de una tercera persona representante de la ley, un hombre funcionario de la Iglesia o del Estado. Otra de las razones por las que "los hijos del mundo" se casan (como las mismas personas que se declara creyentes en Jesús) es por "legalizar" ante la sociedad y ante el Dios en el que creen, al hijo que desean tener como descendiente; de hecho en algunas culturas (como la propia católica) las personas -atendiendo al dogma, ley religiosa- consideran "bastardo" (no legal) a un hijo concebido por una mujer, no casada por un funcionario de la Iglesia o del Estado, lo cual demuestra el carácter no sagrado de la ley religiosa, creada por el hombre y sellada con una autojustificación "divina", lo cual da pie, precisamente, al descrédito hacia "lo divino" y a creer que es tan "humano" como "lo humano". Y una de las razones del impulso de tener descendencia es la de la condición de mortal y estar convencido de que uno se va a morir. Sin embargo, según la idea de Jesús, un "hijo del otro mundo" (un ángel, un hijo de Dios) no puede morir (es inmortal) y por ello no se casa pues al ser inmortal no necesita asegurar la preservación de su estirpe y no necesita "legalizar" ninguna unión ni a ningún descendiente. Según esa frase de Jesús, casarse es signo de ser "hijo del mundo" aunque hay muchas personas que no se casan (son solteras), lo cual no significa que no sean "hijos del mundo" y que sean "hijos de Dios", pues no son inmortales. Entonces la condición de "hijo de Dios que no se casa" no corresponde a la realidad social que sólo ve la Mente Social religioso/política. Pero en la sociedad moderna existe una mezcolanza entre ambas figuras, pues muchas personas se consideran "hijos de Dios" a la vez que se casan ("hijos del mundo"), aunque la frase de Jesús dice que un "hijo de Dios" no se casa.